La Historia de Won Ton Mein
Won Ton Mein era un viejo carpintero, célebre en toda China por la belleza de su trabajo. Won Ton elaboraba sus piezas según el más tradicional estilo chino y completamente a mano. Un día su primo Lai Taipei Luá lo visitó para encargarle un cofre que deseaba regalar a su esposa en su aniversario del año siguiente. A Won Ton le hubiera encantado hacer el trabajo para su primo, pero era imposible llevarlo a cabo para la fecha prevista. Su trabajo era tan buscado, que tenía pedidos acumulados para casi un año, a pesar de que el viejo Won Ton trabajaba ocho horas al día, incluso los sábados, y casi nunca tomaba vacaciones. Lai Taipei le dijo "Won Ton necesital ayudante".
Won Ton lo pensó, y contrató al joven Kea Ton Tao para que fuera su aprendiz. Al principio el aprendiz no sirvió de mucho dada su poca experiencia. Lo que es más, Won Ton pasaba muchas horas explicando a Kea Ton las tareas más simples, por lo que el trabajo comenzó a retrasarse. Para compensar, Won Ton comenzó a trabajar un par de horas más al día. Al cabo de dos meses, ya Kea Ton había aprendido suficiente para liberar a Won Ton de lo más rudimentario y el trabajo volvió a ponerse al día, e incluso comenzó a estar adelantado. Aún así, incluso con la jornada de diez horas, parecía imposible cumplir con el encargo de Lai Taipei. Lai Taipei le dijo: "Won Ton necesital máquina".
Won Ton lo pensó y decidió comprar una sierra caladora, un taladro y otras cosas. También contrato a otro ayudante. Al principio las máquinas no sirvieron de mucho, ya que eran algo nuevo y difícil de manejar. Incluso se llegaron a estropear algunos trabajos. Kea Ton perdió un dedo en la sierra (por supuesto que Won Ton cubrió todos los gastos). El trabajo se retrasó otro tanto mientras Kea Ton se recuperaba. Los ingresos de Won Ton se vieron un poco disminuidos ya que ahora debía pagar los sueldos de los dos ayudantes y había adquirido una pequeña deuda para comprar las máquinas. Pero al cabo de unos meses, las cosas empezaron a marchar mejor. Las máquinas de verdad ahorraban trabajo, y Kea Ton se encargaba de enseñar al nuevo ayudante, por lo que Won Ton tenía más tiempo. El trabajo volvió a ponerse al día y a andar viento en popa. Aún así, seguía resultando imposible cumplir con el encargo de Lai Taipei.
Al cabo de otro mes, Won Ton había comprado más máquinas y tenía cuatro ayudantes en total, y el trabajo comenzó a andar a ritmo verdaderamente acelerado. Pero surgió un problema inesperado: el dinero que le pagaban más aceleradamente que antes, las deudas y sus intereses y los sueldos y prestaciones de los ayudantes (que ya habían formado un sindicato) comenzaron a formar un bulto de cuentas que nunca estaban al día, a pesar de que ahora Won Ton pasaba largas horas en el taller y llegaba muy tarde a su casa. La esposa de Won Ton comenzó a estar un poco disgustada, porque ya casi no lo veía.
Won Ton Necesital...
Si Ud. es un empresario moderno, sabe como continúa la historia de Won Ton. Sabe que Lai Taipei dijo: "Won Ton necesital oldenadol" y que Won Ton compró el ordenador, solo para enfrentarse a más problemas de los que había tenido antes.
Para comenzar, las personas sienten una aversión natural por estas máquinas, la cual no es siempre fácil de superar. Cuando la aversión es superada, se transforma en un fanatismo total pero poco productivo. Won Ton tuvo que amonestar a sus empleados para que dejaran de perder horas interminables jugando cosas como Wolftein3D en el nuevo ordenador
Además, los ordenadores son inútiles sin los programas que corren en ellos. Won Ton se sorprendió de que un pequeño manojo de programas sencillos, como una hoja de cálculo que ayudara con las cuentas y un procesador de palabras, costaban cerca de la mitad de lo que había costado el ordenador. Es más, cuando quiso que le elaboraran un programa especial que automatizara el papeleo de su taller, descubrió que dicho programa podía facilmente costar varias veces lo que le había costado el ordenador!
Como si lo anterior fuera poco, pronto se hizo evidente que el ordenador original no tenía suficiente velocidad, ni suficiente memoria ni suficiente disco duro. El ordenador fue remplazado por otro mejor que costó más o menos el doble (por cierto que el vendedor. le advirtió que debía también reemplazar el nuevo antes de dos años, mientras todavía se lo podía vender como parte de pago del nuevo). Won Ton había tenido que colocarse lentes debido a las horas de esfuerzo visual en el minúsculo monitor monocromático. También el monitor fué remplazado por uno que costaba como cinco veces lo que el original.
Al final, los empleados comenzaron a familiarizarse con el ordenador y a liberar a Won Ton de gran parte del papeleo, pero solo después de mandarlos a costosos cursos especiales de entrenamiento e invertir en libros y manuales. Más aún, Won Ton tuvo que subirles el sueldo, contra el riesgo de perderlos después de que había invertido tanto en entrenarlos. Por supuesto que Won Ton también asistió a los entrenamientos.
Cuando la automatización comenzaba a marchar más o menos, Won Ton descubrió que las computadoras se enferman. Un Virus borró todo el disco duro del ordenador. Esto significó que todas las cuentas se descuadraran, por lo que Won Ton tuvo que lidiar con numerosos clientes sumamente disgustados. Hubo además que establecer un procedimiento estricto de respaldos del disco duro y comprar un programa "anti-virus".
Won Ton nunca pudo cumplir con el encargo de su primo.
Hemos decidido...
Al estar yo tan ligado a la informática, con frecuencia se ma hace la siguiente consulta: "Mira Juancarlo, quería consultarte algo. Nuestra empresa está creciendo y llevar las cosas manualmente se está haciendo complicado. Hemos decidido comprar un ordenador...¿que ordenador compramos?" Y ya. Final de la consulta! Como si fuera tan fácil! Estas personas se sienten agobiadas cuando mi respuesta consiste en un montón de preguntas: "¿de qué tamaño es tu empresa? ¿cuántos empleados tienes? ¿cuáles son los problemas que quieres resolver con el ordenador? ¿que plazo tienes? ¿qué presupuesto tienes destinado a la automatización? ¿qué otras posibilidades hay? etc.,... Les sorprende mi afirmación de que un ordenador por si solo no resuelve nada, de que hacen falta las personas.
Si no pregúntele al viejo Won Ton. Su experiencia lo ha llevado a pensar que hubiera podido ahorrarse tiempo y evitarse muchas angustias y tropiezos, de haberse asesorado adecuadamente desde un principio , antes de emprender el camino de la modernización. Eso es lo que hace ahora antes de tomar cualquier decisión importante. Se siente mucho más tranquilo sabiendo cuanto le va a costar una decisión, qué beneficio va a traer, cuanto tiempo va a tomar llevarla a cabo, cuánto esfuerzo es necesario y cuáles son las alternativas, aunque los asesores también le cuesten plata. Muchas veces Won Ton no decide nada.
Epílogo
Won Ton está consciente de que, a pesar de todo, tuvo mucha suerte. Hoy, pasados cinco años del encargo de su primo, si alguien hace un encargo parecido, este tarda exactamente veinte días hábiles en estar listo. También se mudó a un taller más grande, tiene secretaria, recepcionista, motorizado y diez ayudantes, contador y abogado y varios ordenadores. Ese largo período de modernización ha sido sin duda la peor época de su vida. Muchas fueron las veces en que Won Ton se sintió desalentado y con ganas de abandonarlo todo. Afortunadamente ahora los beneficios se percibían claramente. Won Ton compró una nueva casa y va tres días a la oficina, por la mañana. Su esposa está muy contenta. Kea Ton ha sido ascendido a gerente general.
Pero a pesar de esto, Won Ton dice que si tuviera que hacerlo otra vez, no lo haría, por lo menos no de la misma manera. Hay un viejo proverbio chino que dice "No habel tal cosa como chow mein glatis". Won Ton aprendió la lección de la manera dura.
Ahora Won Ton está de vacaciones en las Islas Griegas, por lo cual no he podido preguntarle como va su empresa y cuáles son sus planes para el futuro. La última vez que hablé con el le comenté que quería escribir este artículo y me dijo: "mandal saludo". Asi que, saludos pués!
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